El alumno, según él, había terminado el cuadro. Llamó a su maestro para que lo evaluara. Se acercó el maestro y observó la obra con detenimiento y concentración durante un rato. Entonces, le pidió al alumno la paleta y los pinceles. Con gran destreza dio unos cuantos trazos aquí y allá. Cuando el maestro le regresó las pinturas al alumno el cuadro había cambiado notablemente.
El alumno quedó asombrado; ante sus propios ojos la obra había pasado de mediocre a sublime. Casi con reverencia le dijo al maestro:
¿Cómo es posible que con unos cuantos toques, simples detalles, haya cambiado tanto el cuadro?
Es que en esos pequeños detalles está el arte. Contestó el maestro.
Si lo vemos despacio, nos daremos cuenta que todo en la vida son detalles. Los grandes acontecimientos nos deslumbran tanto que a veces nos impiden ver esos pequeños milagros que nos rodean cada día. Un ave que canta, una flor que se abre, el beso de un hijo en nuestra mejilla, son ejemplos de pequeños detalles que al sumarse pueden hacer diferente nuestra existencia.
Todas las relaciones, familia, matrimonio, noviazgo o amistad, se basan en detalles. Nadie espera que remontes el Océano Atlántico por él, aunque probablemente sí que le hables el día de su cumpleaños. Nadie te pedirá que escales el Monte Everest para probar tu amistad, pero sí que lo visites durante unos minutos cuando sabes que está enfermo.
Hay quienes se pasan el tiempo esperando una oportunidad para demostrar de forma heroica su amor por alguien. Lo triste es que mientras esperan esa gran ocasión dejan pasar muchas otras, modestas pero significativas. Se puede pasar la vida sin que la otra persona necesitara jamás que le donaras un riñón, aunque se quedó esperando que le devolvieras la llamada.
Se piensa a veces que la felicidad es como sacarse la lotería, un suceso majestuoso que de la noche a la mañana cambiará una vida miserable por una llena de dicha. Esto es falso, en verdad la felicidad se finca en pequeñeces, en detalles que sazonan día a día nuestra existencia.
Nos dejamos engañar con demasiada facilidad por la aparente simpleza. NO desestimes jamás el poder de las cosas pequeñas: una flor, una carta, una palmada en el hombro, una palabra de aliento o unas cuantas líneas en una tarjeta. Todas estas pueden parecer poca cosa, pero no pienses que son
insignificantes.
En los momentos de mayor dicha o de mayor dolor se convierten en el cemento que une los ladrillos de esa construcción que llamamos relación. La flor se marchitará, las palabras quizá se las llevará el viento, pero el recuerdo de ambas permanecerá durante mucho tiempo en la mente y el corazón de quien las recibió.
¿Qué esperas entonces? Escribe esa carta, haz esa visita, levanta el teléfono.
Hazlo ahora, mientras la oportunidad aún es tuya. NO lo dejes para después por parecerte poca cosa. En las relaciones no hay cosas pequeñas, únicamente existen las que se hicieron y las que se quedaron en buenas intenciones...
Aqui encontraras cosas que pueden ser utiles para tu vida. ponlas en practica.
Para los Papas que trabajan mucho......
Una persona sin amor, es igual a una planta sin
agua: fallece y se marchita poco a poco. Los norteamericanos,
hábiles para estudiar la conducta humana,
sometieron a investigación el hecho de que en la
guerra del Vietnam, cuatro soldados, alistados sin su
consentimiento y forzados al combate, no podían
disparar, ni siquiera como acto de defensa y mucho
menos para matar a alguien, pues no tenían el coraje
para hacerlo. ¿La causa? Los cuatro habían sido
amamantados por sus respectivas madres. Habían
recibido un tipo especial de amor, de protección, de
cariño, que ellos reflejaban allí, en el campo de
guerra, evitando la agresión a su prójimo. Descubrieron
los psicólogos, que quienes habían tenido mucho
amor en su niñez, eran incapaces de disparar. Los
asesinos, los implacables en el campo de batalla,
fueron aquellos individuos que no recibieron amor
durante su niñez.
sentimientos, sus emociones, complementándose con
aquellos a quienes ama. Mientras más sólida sea la
relación de pareja, más se fundamenta el desarrollo
del triunfador. Al lado de todo gran hombre, hay una
mujer que le colabora con sus aspiraciones, con sus
ideales, con su vida. Y al lado de toda gran mujer, se
puede verificar la existencia de un hombre que ha
jugado papel importante en su obra, en todo lo suyo.
Es innegable. La historia lo comprueba. Pero también
es válido lo contrario. Al lado de un hombre derrotado,
hay una mujer vencida, y al lado de una mujer
fracasada, hay un hombre incompetente.
Numerosos hombres, por amor, han renunciado a
todo, a grandes herencias, a dirigir naciones, han
propiciado guerras, han escapado de la cárcel, se han
suicidado. ¿De cuánto es capaz una persona enamorada?
No hay palabras para expresarlo.
Era una mañana como cualquier otra, yo me encontraba de mal humor,
te regañé porque te estabas tardando demasiado en desayunar;
te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta.
Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa,
furioso, te levanté intempestivamente y te empujé con violencia para que fueses a cambiarte de inmediato.
Camino a la escuela no hablaste, sentado en el asiento del coche,
llevabas la mirada perdida, te despediste de mí con una vocecita tímidamente y yo,
haciendo la voz grave, sólo te advertí que no hicieras travesuras.
Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo,
te encontré jugando en el jardín, llevabas puesto unos pantalones nuevos
y estabas sucio y mojado,
frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos,
que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte,
te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas
delante de mí, te indiqué que caminaras erguido.
Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa,
a la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso
porque tú no parabas de jugar, dije que no soportaba más ese escándalo
y subí a mi estudio, al poco rato mi ira comenzó a apagarse, me di cuenta
que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia,
pero no pude.
¿Cómo podía un padre, después de hacer su teatro de indignación,
mostrarse tan sumiso y arrepentido?,
en eso estaba cuando luego escuché unos golpecitos en la puerta.
Afinando la voz dije "Adelante", adivinando que eras tú,
abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación,
me volví con seriedad hacia ti. "Ya te vas a dormir?, vienes a despedirte?",
no contestaste, caminaste lentamente, con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara,
aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente,
te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito,
tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suave en la mejilla,
sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, papito" - me dijiste.
Me quedé helado en mi silla.
¿Qué es lo que estaba haciendo?,
¿Por qué me desesperaba tan fácilmente?, me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta,
a exigirte como si fueses igual a mí y ciertamente no eras igual,
tú tenías una calidad humana de la que yo carecía; eras legítimo, puro,
bueno y sobre todo,sabías demostrar amor...
¿Porqué me costaba a mí tanto trabajo?
¿Por qué tenía el hábito de estar siempre enojado?
¿Qué es lo que me estaba ocurriendo?
Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?,
después de un rato entré a tu habitación y encendí la luz con sigilo,
dormías profundamente, tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta,
tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé...
Me incliné para rozar con mis labios tus mejillas, respiré tu aroma limpio y dulce,
no pude contener la congoja y cerré los ojos, una de mis lágrimas cayó en tu piel,
no te inmutaste, me puse de rodillas y te pedÍ perdón en silencio,
es tan difícil aprende a dominarse, a comprender la pureza de nuestros hijos.
Reflexioné que somos los adultos quienes los hacemos temerosos,
rencorosos, violentos..., te cubrí cuidadosamente con las cobijas
y salí de la habitación.
Mañana, temprano en la oración le daré gracias a Dios por tenerte a tí, hijo mío,
y le pediré que me dé sabiduría para tratarte como te mereces,
gracias Señor por la experiencia y sentimientos que me permites
vivir a través de mi hijo...
También mañana Señor le pediré a mi hijo perdón, pero no me esperaré a que esté dormido,
lo haré viéndolo a los ojos, y le explicaré porqué a veces me desespero,
le diré que trataré de ser paciente y comprensivo con las cosas que hace.
Si Dios me da oportunidad y te permite vivir, hijo mío, algún día,cuando seas padre,
y recuerdes estos días, sabrás que a veces nuestros padres no son perfectos,
pero sobre todo, ojalá que siempre te des cuenta que, pese a todos los errores,
todos los padres amamos a nuestros hijos más que a nuestra propia vida...
"Ten cuidado con tus pensamientos; que se volverán palabras,palabras;
que se volverán actos,actos; que se volverán costumbres, costumbres;
que será tu carácter, cuida tu carácter,
que será tu destino, será tu vida, de la abundancia de tu corazón,
hablará tu boca, y será el discurso de tu lengua".
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